Reportaje fotográfico sobre los Potreros de fútbol. Club Social y Deportivo Agua de Oro.
El teatro donde juegan los sueños.
No hay poder más enorme que el de los sueños. El potrero es uno de los ámbitos preferidos para soñar despierto. El autor de este reportaje gambetea con su ojo, con la pelota pegada al pie.
Dios tiene que haber creado el potrero antes que al hombre. Y al crear al hombre, debe haber recordado lo que hizo primero y tomado una nueva decisión en aquella semana vertiginosa: hacerlo a medida de este pedazo de tierra para que pudiera jugar como si nada más existiera. De paso, debe haber programado la aparición de un millón de cracks y como para que no quedaran dudas del brillo único de este lugar, a cinco les puso nombre: Alfredo Distéfano al primero; Pelé al segundo; Johan Cruiff al tercero; Diego al ruludo que le seguiría; y Lío al quinto y último genio de los que se conocen hasta ahora. Hay quien asegura que el sexto también ya tiene su nombre y potrero de nacimiento, pero todavía es un secreto tan bien guardado que ningún servicio de inteligencia del mundo lo ha podido descubrir.
Si hubiera que escribir una ficha descriptiva sobre el potrero, entre sus datos principales aparecerían los siguientes: espacio libre de todo, apto para correr, saltar y pegarle a una pelota. Un árbol copudo al fondo, como para tomar agua, descansar un rato, mirar a los «contrarios» y esperar el turno para entrar a «la cancha». No importan las medidas. Luego, hay datos que se entrecruzan, que se confunden. Parecen depender del día, del pueblo, del país y del dueño de la pelota. En algunos parece leerse estadio Camp Nou en otros Monumental, más allá Gigante, de este lado la Fortaleza y siguen las firmas con nombres grandilocuentes…
El potrero también se podría dibujar como un planeta, porque sólo existe lo que pasa ahí adentro, el tiempo corre distinto al de los relojes que conocemos y los que están ahí metidos profesan una fe descontrolada en los sueños con la pelota como amiga. Se tejen conversaciones extrañas, en un idioma que junta todas las lenguas que conocemos. Suceden historias heroicas, donde se remontan partidos imposibles, se convierten goles descomunales como nunca nadie vio, o hay arqueros que sacan pelotas por arriba del travesaño en arcos que no tienen travesaño. Se dice también, que en los potreros han jugado cracks geniales, más grandes que los cinco magníficos que tienen nombre. Se dice… ¡Ah! Otra cosa: en los potreros siempre juegan todos y el que pierde, paga la Coca.
Texto: Fabián García