KOLLA EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, “EL DESARRAIGO”.
Afuera en alguna plaza de Buenos Aires Gabino, el Kolla de Salta, le está entregando una empanada o un tamal a un porteño.
Gabino Zambrano (67) es integrante de la comunidad Indígena Kolla de Iruya, Salta, partió de su lugar de origen cuando su hermano menor de 6 años fue apropiado por una familia que prometió llevarlo a estudiar a la gran ciudad. Con solo 17 años de edad salió en su búsqueda y lo encontró 2 años después en la ciudad de Ramallo, provincia de Bs. As. Donde no pudieron “hermanarse” ya que su hermano Eliseo creyó que su propia familia lo había abandonado. No decayó y decidió quedarse cerca, trabajó en la provincia y luego en Capital. Los 70 fueron los años de mayor movimiento: maduró, se radicó en la villa 31, compró su primer hogar, trabajó con el padre Mujica y luego a un barrio del conurbano.
“Es dura la soledad del asfalto”- dice Gavino- mientras recuerda su primer trabajo “ahí conocí lo falso de la gente de la ciudad, se asombraban de cómo un indio podía hacer todo eso, pero nunca renegué de mis antepasados, durante un tiempo iba a retiro a ver si bajaba algún conocido del tren”.
Cansado de lidiar con los compañeros empezó a trabajar independiente repartiendo en una panadería. Aprendió el oficio y se unió al sindicato donde militó mientras no se cansaba de fabricar y vender los productos.
Hoy fabrica comidas típicas de su lugar de origen: tamales, empanadas y humitas, las vende en las ferias de las plazas de la capital y provincia. “La causa aborigen te hace sentir que viniste a hacer algo a este mundo, te hace una columna vertebral fuerte” … cuenta Gavino mientras estacionamos en su Ford Falcon blanco en el centro del “Fuerte Apache”, conocido por el lugar de residencia de Carlos Tevez. “Acá en el fuerte hice de mis mejores amigos” … “cuando tenía 8 años me llevaron a conocer la ciudad (Salta) y me partieron la cabeza, ahí me di cuenta que yo era diferente para ellos”. Sintió tanto apego al fuerte que ahora vive a unas cuadras y sus amigos Victor y Sabina son sus ayudantes. Seguido se reencuentra con sus hermanos en el A.I.R.A. (Asociación Indígena de la Rep. Arg.) donde movilizan las cuestiones indígenas junto a Rogelio Guanuco, Diaguita Calchaquí.
Pasaron casi 50 años desde que comenzó su viaje, tiene dos hijos grandes y Rosa su compañera tres hijos más, ve a su hermano mucho más seguido, el perdonó lo sucedido y valoró el esfuerzo de Gabino para encontrarse.
Son las 6 am y el auto está sobrecargado para partir donde venderá los productos en la carpa que consiguió para ese fin de semana, Rosa no cabe porque va lleno y saluda, se encontrarán luego viajando en bus.
La casa en el partido de Ciudadela no quedó sola, adentro están las cartas de sus familiares ya fallecidos en una bolsa con algo de tierra y barro de Iruya que Gavino encontró en las viviendas abandonadas en la última visita a Salta y leyó emocionado mientras se apretaba el pecho con la mano.